Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo. Benjamin Franklin.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

La educación, el movimiento y yo.

Han pasado cuatro meses ya desde que realizamos nuestro primer dibujo, y, como es lógico, ahora toca hacer otro para ver como nos ha cambiado (si lo ha hecho) este periodo de aprendizaje. Mi primer dibujo mostraba a un par de niños "jugando" a la comba, pongo entre comilla jugando porque, como explique en su día, lo que realmente estaban haciendo era aprender. Después de todo este tiempo, mi dibujo ha cambiado.



A ver, se lo que estáis pensando y no, no voy a poner a mis alumnos a construirme una casa, sino que voy a poner a mis alumnos a construirse "su casa". Me era muy difícil plasmar en un dibujo todo lo que he aprendido y como ha cambiado mi manera de ver las cosas, así que he utilizado una metáfora.

La pared que está construyendo el niño representa su aprendizaje. Durante este tiempo me he dado cuenta de que el alumno debe tener una participación más activa sobre lo que se enseña o no. No hablamos de máquinas, sino de personas, y, como tales, tienen sus inquietudes y sus preferencias, y deben ser escuchadas. Para mí, a día de hoy, el profesor debe ser un guía (¿cuantas veces habremos oído/dicho/leído esa palabra durante el cuatrimestre?) que le facilite las herramientas necesarias al alumno para construir su casa, es decir, para aprender. A pesar de que indico que hay que tener más en cuenta a los alumnos, no quiero decir con esto que haya que enseñar sólo lo que ellos prefieran aprender, no. Hay algunas cosas que a los alumnos no les gustan, pero que tienen que ser educados sobre ellas porque son valiosas y necesarias. Por ello estoy representada al lado del niño, estoy supervisando su trabajo, su aprendizaje, para corregirle en los errores que pueda tener y para aportarle más conocimiento, aunque este no lo pida.

Quizás os haya llamado la atención que al otro lado se encuentre una niña portando un ladrillo, creo que la metáfora es clara. Durante este tiempo me he percatado en como los alumnos pueden aprender los unos de los otros.Yo, como alumna, he aprendido muchísimo de mis compañeros. Es por ello que, el día de mañana, cuando sea profesora, intentaré fomentar esto. Los alumnos se ayudarán mutuamente a construir su casa.

¿Y dónde está el movimiento? Bien, el dibujo era una metáfora, sobre todo, para la educación en general, pero podemos extrapolar todas la ideas dichas anteriormente a nuestro campo, al de la educación física. Como profesionales de dicha asignatura debemos darle un valor a lo enseñado en clase, basándonos en el principio de utilidad, todo conocimiento debe aportar un beneficio y evitar el daño que se pueda causar. Además, tenemos una gran ventaja, nuestra asignatura se centra en el cuerpo que es nuestra herramienta para vivenciar las cosas, que, como sabemos ya, es algo muy importante y necesario para tener un auténtico aprendizaje. Debemos aprovecharnos de ello.

He de decir que estoy segura que dentro de otros cuatro meses mi dibujo será diferente, ya que, conforme va pasando el tiempo, voy vivenciando y aprendiendo diferentes cosas que me hacen reflexionar sobre la educación, los alumnos, el movimiento... etc. Sin embargo, creo también firmemente que hay algo que no cambiará, y es esa idea que Pennac (¡Qué gran descubrimiento!) ha metido en mi cabeza: El amor hacia nuestro alumnos. Es posible que en el dibujo nadie capte esto, ya es muy difícil de plasmar el amor, mucho más este tipo de amor, pero creo que se puede ver en el hecho de estar pendiente del alumno, de ayudarle, escucharle, comprenderle, aceptarle y, sobre todo, en el hecho de querer hacer de él, de transformarlo, en alguien mejor. En alguien que tenga un casa muy alta y grande.

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